Cómo llegas, abril, con qué delgada
planta de junco pisas en la arena.
Un delirio de luz en cada vena
y una gota de azul en la pisada.
Una gota de azul, la delicada
inundación de amor ceñida y plena,
una esbelta delicia que encadena
de inabarcable aroma desbordada.
Algo en mí, que no es mío, se levanta
surtidor de imposibles sensaciones,
canta tu dicha y mi delicia canta.
Y la honda transparencia de tenerte
en la alta alegría que me impones
vencedor cada día de la muerte.