A ti la de radiante y angélica hermosura,
la rubia de ojos negros que lleva el traje azul,
la del lunar lascivo junto a la boca pura,
mujer hecha de aroma, música y de luz.
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A la Sra. Sofía de González Llorca
Voz que adoras me ruega que escriba
aquí en esta hoja mi nombre manchado:
¡el atraiga y reciba
de tus ojos el lustre dorado!
* * *
hurgo el arte que admiro y reverencio,
y así doy con exégesis gloriosas
que unir a la hermosura y el silencio
de las calladas y divinas cosas.
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El odio que alimentas no me extraña,
sólo pagas rindiendo cual valiente
el sentimiento indómito y ardiente
que se retuerce en mi convulsa entraña.
Por eso…
en medio de mis odios te venero,
por firme, por valiente,
por sincero.
* * *
San Antonio y Cantoche son dos puntas
que se presentan en la mente mía
como dos manos que estuvieron juntas
y se siguen buscando todavía.
* * *
Bendita tú, la del cantar que admiro,
la que muestra una fe libre de peste,
y en la pública fuente echa el zafiro,
la gota azul, el talismán celeste.
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En tu recado encontré
ortográficos excesos;
y no me explico por qué,
al pedirme veinte besos,
pusiste besos con pe.