Federico García Lorca de Luis Rius Azcoita

A lo oscuro corrías
de los bosques, huyendo.
Se llevaba tu sombra la mañana
herida por el fuego,
y a tu voz la arrojaban
en un pozo profundamente negro.

¿Dónde podías ir tú sin voz ni sombra?
¿Dónde esconder la muerte de tu cuerpo?
a lo oscuro corrías
de los bosques, huyendo.

Era río tu voz de velas blancas,
rojos peces y azules marineros;
su verde transparencia
no correrá ya al mar. Un limo espeso
la ahoga y aguas muertas
cubren su silencioso yacimiento.

Descansa, pues, ahora
que duermes ya el descarnado sueño
y no te duele el corazón. Descansa
del terror de las balas en tu cuerpo.

Con tus ojos, ya estrellas
abiertas en el cielo
de tu paz, nos verás
regresar al lugar donde estás muerto,
y en el foso en que ahogaron tu voz arrojar flores
hasta cubrir el limo negro
de luces y de aromas,
y hacer de tu morada un claro huerto
donde lleguen abejas
a buscar miel, y mágicos insectos
vuelen enamorados
llenando de rumores tu silencio,
eternamente.