Oh, eterno amor, que en tu inmortal carrera
das a los seres vida y movimiento,
con qué entusiasta admiración te siento,
aunque invisible, palpitar doquiera!
Esclava tuya, la creación entera
se estremece y anima con tu aliento;
y es tu grandeza tal, que el pensamiento
te proclamara Dios si Dios no hubiera.