Ser necio y tener trabajo:
eso es la felicidad.
Gottfried Benn
Nos enseñaba a odiar la poesía,
y estas fueron sus víctimas: tantísimos
tontos de facultad, muy licenciados
en cháchara semiótica.
Los logros
conseguidos (menos lectores, menos
competencia) aseguran el relevo
en la especie académica (o el pincho
de las 12 entre clase y seminario).
Suya no fue la culpa si le hicieron,
en un rapto de olvido, indispensable.