Tu castigo será
saber que yo he sufrido
Tu castigo será
verme sufrir
Serás quién,
desde la otra orilla,
me extienda su mano
sobre el abismo
Para que yo la rechace
y la vuelva a implorar,
cuando ya te hayas ido.
Tu castigo será
saber que yo he sufrido
Tu castigo será
verme sufrir
Serás quién,
desde la otra orilla,
me extienda su mano
sobre el abismo
Para que yo la rechace
y la vuelva a implorar,
cuando ya te hayas ido.
Ha muerto el hombre que yo fui, te lo prometo,
incluso siento pena por él;
tan falso, tan cruel, tan bohemio,
tan absurdo en su vivir, tan grotesco.
Ha muerto hoy, pero es para mejor.
Rescatemos de él lo poco que era verdadero;
el amor por su trabajo, su falta de dinero,
la pasión con la que de ti me hablaba a cada momento.
Escribe pobre engendro Nerudiano,
pero esta noche no escribas los versos más tristes,
escribe de una vez las rimas más alegres,
pero escríbelas tú ¡No se las copies a Bécquer!
Escribe, maldito amante despreciado,
escribe algo puro, que no se refleje tu alma,
cántale a tu sombra que es lo único que amas
y entierra ese pasado horrible, tan lleno de pecados.