Me sumerjo en el imperio de la noche
desde aquel palacio rodeado de un séquito de dioses
que hieren con sarcasmo
mientras recogemos lirios prohibidos.
Mi cuerpo
a veces deshabitado del presente
comienza a ensoñar
recorriendo los laberintos del sexo.
Después de descender a los infiernos
y al ver a las Erinias
nos entregamos al goce
y recuperando lo esencial
convertimos la vida en una fiesta
Ningún gemido podrá turbar la tierra aletargada.
Mis senos guardan el misterio del origen
porque el vuelo fue más allá de los sentidos
cuando las semillas de sangre esparcieron
corales en la arena.
En el despertar de tu voz
el sueño viaja
contemplando la aventura.
Mi fuego vital se une al dios
del éxtasis.
Me pondré un vestido de espigas
para renacer a la noche del sepulcro.
el rocío bendecirá la tierra
transmutada en esperanza.