«En tiempos de las hadas y de la hechicería…
cuando la reina cruel consultaba su espejo…
el duende Trasgolisto su sábana extendía
y los siete enanitos pasaban en cortejo…
»Cuando la Cenicienta perdía su zapato…
cuando Caperucita visitaba a la abuela…
cuando las botas mágicas calzábase el Gato…
y, al par que Jack trepaba, crecía la habichuela…»
La niña, ya impaciente, con la historia termina,
colgándose amorosa del cuello de la madre:
«Pero, Caperucita, ¿no tuvo padre?
¿Por qué la Cenicienta se queda en la cocina?
¿Y cómo a vivir sola no se va Blancanieves?
¡No cuentes, madre mía, historias para bebes!»