Homenaje a Vicente Aleixandre de Pere Gimferrer

palpitando entre dos senos una llama carmesí.
Un dragón azul de fuego viene en el viento de abril.
En las cortinas, mi rostro, como ave herida escondí.
Olor a brea en los muelles. Llueve. Es hora de partir.

Sorprendidos en el sol los paisajes de la noche,
los armarios y las lacas y los dorados tritones,
la nieve en sus armaduras, las músicas del azogue,
el mundo que, como sangre, relampaguea y se esconde.

Para esta helada pupila la cometa del amor.
Mirad la sobre el jardín. Un halcón muere en el sol.
Hace frío. Un abanico negro sobre; el tocador.
Una guirnalda de lirios para el poney de cartón.

La niebla hiere con guantes de raso nuestra memoria.
¿Es sólo un rayo de luna quien a lo lejos solloza?
Tras la campana del viento, tras el túnel de las rosas,
en el murmullo del agua y la hierba, alguien nos nombra.

Un colibrí no muere. La tarde. Las carrozas.