HOSANNA A LOS PILLOS de Antonio Plaza Llamas

I

El mundo es comedia,
no sé quien lo dijo,
pero es una farsa
de risa y gemidos,
en que hacen primeros
papeles los pillos.
Aquel que de honrado
se precia, por digno,
no pasa en la vida
jamás de borrico.
¡Dichoso el que lame
como un falderillo,
la pérsica alfombra
de prócer conspicuo,
y brinda gozoso
en prosa o idilio
por glorias excelsas
de noble caudillo,
cantándole siempre
que es máximo altísimo!
¡Feliz el menguado
que haciéndose mínimo,
será con el tiempo
lo menos ministro!
¡que al fin es el pueblo
un pobre pollino,
que nunca las coces
tirar ha sabido,
y carga la carga
sin dar un respingo!
¡Dichosos los bajos!
¡dichosos los pícaros!
venid, marmitones,
formad un gran círculo,
cantando entusiastas,
¡hosanna a los pillos!

II

Feliz quien del robo
haciendo un oficio,
con veinte por ciento
le presta al vecino.
Y si este se queda
sin torta ni abrigo,
al caco le importa
todo eso un pepino.
El mutuo usurario
es bueno y es lícito;
la ley lo protege,
la ley que hace rico
al noble usurero
que medra tranquilo
sembrando su vida
de goce infinito,
que si ella es el goce,
gozar es preciso.
¡Qué vivan las leyes,
las hembras, el vinol
en rápida polka,
en grave zorcico,
en vals vaporoso,
en danza y en brincos,
con júbilo el caco
arroja este grito:
venid, marmitones,
formad un gran círculo,
cantando entusiastas,
¡hosanna a los pillos!

III

Feliz el que tiene
por canon político
pasar la existencia
viviendo del fisco.
¡La patria!… ¿qué importa
que ruede al abismo,
y cargue el demonio
con todos sus hijos?…
dichoso el que antaño
quemaba rendido
migajas de mirra
al viejo Benito;
a Lerdo más tarde
y hoy dice a Porfirio
que es de sus adeptos
el más decidido,
y grita entusiasta
que es don Vicentico
general insigne,
muy generalísimo.
Al ver a éste y otros
famélicos bichos,
que siempre a la nómina
están adheridos,
gobierne ya Pedro,
o Juan o Remigio,
sonando las manos
entonces les digo:
¡salud miserables!
¡hosanna a los pillos!