Hoy recuerdo tu voz ida:
como lamento marino azota mis oídos
danzando por quebradas de aire,
cayendo hacia mis aguas
como cascadas interrumpidas.
Pero nunca antes recordé voces.
Ahora la tuya no me da tregua:
es un caudal
que me fluye
hacia la fuente en la cual tú
ya fuiste a beber tu inicio.