Hoy tengo casi todas las palabras.
Pero me faltan casi todas.
Cada vez me faltan más.
Apenas si puedo unir éstas que escribo
para decir el resto de ternura
y el hueco de temor
que se esconden en la ausencia de todo,
en la creciente ausencia
que no pide palabras.
O pide tal vez una:
la única palabra que no tengo
y sin embargo no me falta.