I
Perdido en ese túnel de sí mismo
creyendo ver la luz en la luciérnaga
y el infinito en la línea de la mano,
llevando por delante
solo cinco sentidos…
¡y lo sabía todo!
Angosto y frágil intelecto,
astillado y dudoso.
Hubo que retorcerte la carne y la memoria,
bajar la cremallera del saco que te viste
y exhibirte los huesos,
esa armazón tan pobre como tu propio yo,
para que te miraras al espejo.
II
Me he mudado de barrio
y de casa y de ropa;
cambié mi maquillaje y mi peluca
para ver si me encuentro
y me estrecho la mano.
III
Hoy he visto un fantasma
mirándome de frente con sus cuencas vaciadas
y alargando la mano
su dedo descarnado
señalaba el abismo
que llevo por conciencia.
Visión retrospectiva entre la nebulosa.
IV
Me he detenido.
Recogí los pedazos que quedaron dispersos
allí, frente a mi casa.
Quise tomar los cabos sueltos
de la oportunidad que voló de mis manos
y apretar ese sueño que no llegó a cuajarse.
Desde mi pequeñez busqué
el tiempo perdido…
Fallido intento.
La espina se clavó más adentro,
el tiempo sigue allí, tan vivo como yo.
Esa es la diferencia…
V
Hay que revisar el calendario
de atrás hacia adelante
para ganarle al tiempo la batalla.
Sufrir lo no sufrido,
pensar lo no pensado,
vivir lo no vivido
y darle otro sabor,
anticipándolo.