Fue mi libro de texto un amor escolar;
fue una muchacha triste, la que llegó a quererme
tan hondamente que dejó al pasar
por sobre de mi vida, todo su atardecer.
Aún de la colegiala traía la manteleta
azul de las internas, allá cuando en la escueta
sala de dibujo, en la gran sala,
fue nuestra primera, recóndita estafeta,
una violeta.
Esbeltez de gacela,
sabidurías de abuela,
arranques de Graciela,
y los dulces resabios de la escuela.
Sus manos, lenidades de paloma,
sus manos escolares que me empeñé en besar;
sus manos que exhalaban el aroma
de un lápiz acabado de tajar.
¡Qué funestos augurios los de aquellas ternezas!
¡Qué tristezas tan hondas las de aquellas tristezas!
¡Qué la vida tan irreconstruible y fatal!
No volvió a vacaciones…
Hoy un huerto la esconde…
Fue una página en blanco; fue una página en donde
comenzada aún, se mira una roja inicial.