Inútil es volver a los lugares olvidados y perdidos, a los paisajes
y símbolos sin dueño.
No hay allí ya liturgias milenarias. Ni aceite fermentado en ánforas de barro.
Los ancianos han muerto. Los animales vagan bajo la lluvia negra.
No hay allí sino la lenta elipsis del río de los muertos,
la mansedumbre helada del muérdago cortado, de los paisajes abrasados
por el tiempo.