«Los ojos ven, el corazón presiente.»
Octavio Paz
Que pocas cosas duelen. Digamos, por ejemplo,
que se puede no amar de repente y no duele.
Duele el amor si pasa
hirviendo por las venas.
Duele la soledad,
latigazo de hielo.
«Los ojos ven, el corazón presiente.»
Octavio Paz
Que pocas cosas duelen. Digamos, por ejemplo,
que se puede no amar de repente y no duele.
Duele el amor si pasa
hirviendo por las venas.
Duele la soledad,
latigazo de hielo.
La costumbre me trae hasta tu cuerpo
o la necesidad de los planetas.
Esa costumbre ciega de semilla,
la que hace descender por las gargantas
el agua ciegamente,
la que guía a las aves migratorias
año tras año por la misma ruta,
la que impulsa en algún lugar remoto
esta brisa que ahora desordena
tu pelo.
«Esa vana costumbre que me inclina
Al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.»
J. L. Borges
Todo se ha ido borrando tiempo adentro
y he vuelto al sur inmóvil de la siesta.
«El aire es inmortal. La piedra inerte…»
F. G. Lorca
Al fondo de rincones escondidos
crecen flores ocultas entre hierba.
Hay raíces clavadas a la piedra
que aguardan impertérritas la lluvia.
Al sur del los veranos agostados
se oye la seca espera de los pozos.
Pasas las horas mirándote las manos.
En esta oscuridad tus manos son el fuego y las antorchas.
Hay un presentimiento que roza las paredes de tu alma.
Tus manos se parecen a árboles desnudos,
a rutas que se pierden en los sueños.
Todas las calles de aquella noche iban al cielo.
Ella surgió del fondo de su vaso.
Quiso beber con él sin prisa.
Quiso saber su historia
mientras le deshojaba el corazón.
Más tarde
le pidió con los labios que se fuera con ella.
“Ante a ficçao da alma
E a mentira da emoçáo”
F. PESSOA
Nos movemos con tanta soltura. Nuestra elegancia es tal.
Gira a mi alrededor para que yo, detenida en mi espacio, te contemple.
Ahora quieres quemarte y por eso te acercas.
Qué nostalgia infinita nos acecha
ahora que las ventanas sólo son
rectángulos vacíos de cristal y madera
contra la densa niebla de la tarde
y el otoño ha llegado
tras esa larga enfermedad que es el verano.
Qué pobre este ahorrar para luego
sin saber para cuándo,
y que las cosas ya no sean,
sólo sirvan,
y que se cierren puertas para siempre,
y marcharme
con lo que quise haber dicho entre los labios
y cruzar la avenida
cuando cambien a verde los semáforos.
«Bien está en otros
sostenerse. Porque nadie soporta la vida solo.»
F. Hölderlin
Y porque estamos solos empezamos un verso.
Porque sentimos frío acercamos las manos
al calor de unos seres imposibles y bellos
que nos prestan sus ojos para observar el mundo.
El verdadero mérito de muchas acciones consiste en saber esperar.
Saber esperar es, en muchos casos, uno de los grandes méritos
de ser hombre.
Es preciso especializarse en esperar
un turno,
un día,
una escena,
el momento.