Si tomas entre los dedos
la palabra amor,
y la contemplas de derecho a revés,
y de arriba abajo,
verás que está hecha de algodón,
de niebla,
y de dulzura.
Si después aprisionas
la palabra música,
sentirás entre tus dedos
el crujir de una frágil
lámina de arena.
Si cae entre tus manos
la palabra jamás,
la terrible palabra
que pone punto final a la pasión
y al destino,
sentirás que está lleno de infinito,
y que la serpiente inmóvil de la S
es un eslabón entre el fuego y la nieve,
entre el infierno y el cielo,
entre el amor y la música.
La palabra jamás con ese al final
no termina nunca;
rodea la tierra y salta luego,
perdiéndose en el océano
de las estrellas.