en el cielo de baja california

se muere marilyn monroe
marilyn monroe se muere
mirando el cielo de baja california.

y no puedo soportar los pájaros emigrantes del invierno
largas bandadas ocultándose en el gris de la distancia,

he estado amontonando recuerdos que vienen de tarde en tarde
en este rincón del siglo,
mientras,
marilyn monroe se muere en cada verano
mirando el cielo de baja california.

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Labios del Poniente (18)

y,
¿dónde?,
¿dónde se esconde el retrato de Rimbaud?
¿dónde, que no aparece
en el diccionario?
una breve reseña,
unas líneas,
nada dicen,
unos poemas
un traficante de marfil
una pierna amputada.

¿dónde esta la voz
la vida que se ahueca como un silencio
el grito que no tiene piedad,
la poesía adolescente apenas,
la vida cansada, frágil, no aparece,
no aparece la piel restante,
el dibujo,
el cansado mirar?;
¿dónde colocan el tiempo aquellos que en el futuro no lo tendrán?

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Labios del Poniente (2)

mis padres,
algún tiempo cercano a 1930,
se enamoran ya tarde,
cae la noche,
se llaman por sus nombres,

mi madre repite sueños,
la voz alta,
primaria,
los va dejando caer,

desgranando estrellas del cielo nocturno que circulan como satélites artificiales;

mi padre camina cabizbajo
ocultando diversas formas de soledad,
cincuenta y cinco años después
del cielo, la tierra, la hierba, el campo.

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Labios del Poniente (5)

para Lucía
escribo, sentado a la siniestra del vástago,
en noche sin fronteras,
patente locura del espacio,

escribo sin tener conciencia del camino,
como un gamo,
un roedor alucinante,
como una bomba de tiempo,
escucho rock and roll,
sintonizo emisoras, recuerdo amigos,
cansada quietud/amargura, tiempo,
mirada pausada por desgano,
-allí está todo-,
mente humana
mente corporal
mente mecánica
mente sátrapa.

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Labios del Poniente (6)

los caminos asolean cabezas de noche,
nubes de niños,
la distancia esconde olvidos,

inigualable voz del recuerdo,
la voz que muere
en los oídos, y de los muertos,
escucho solo una voz en la mente permanente,
en la inviolable altura del cielo nocturno,
en el palpitante sombrero negro
en la mano insumisa,
en el cuerpo indócil,
en la voz primaria, pringente promedaria promerada.

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Labios del Poniente (7)

el tiempo como luz en la noche
atrapa efímeros golpes en grandes alamedas,
inmensos parques
avenidas de oscuros significados.

mi viaje no termina al recorrer diez mil kilómetros,
mi viaje es tarea agotadora, antípoda del mundo,
mi viaje es frágil barca alojada en serena bahía,
agua de los ríos del mundo
manos del valor
ojos del palpitan donde las estrellas mueren,
memoria, corazón de distancia,

es noche,
oscuridad revelando secretos,
oscuras identidades,
extraña voz de canto nocturno,
oscuridad que desgrana palabras,

el tiempo se detiene.

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Labios del Poniente (9)

dicen que los caballos van dejando de existir,
les creo,
aquí no hay caballos perdidos en la noche,

dicen haber terminado con los perros vagabundos,
les creo,
aquí no escuchan ladridos en la noche,

dicen que pronto la inflación descenderá milagrosamente,
les creo,
dios instauró cajas de cambio en todas las esquinas,

dicen que el ozono se terminará en pocos años,
les creo,
la transacción de un pedazo de cielo ha sido muy beneficiosa.

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los trabajos y los días

acerca de los trabajos y los días puedo decir que no domé tigres en el asia
no cabalgué a lomo de elefantes cazando fantasmas en la niebla
no obligué la voz llamando a los otros changadores,

se sin embargo la exacta huella donde
tocar el hombro de una mujer en solar desierto, mugriento,
subiendo la sangre, sangrando desde abajo,
sudando en los trabajos y los días,
en la semipenumbra del día agonizante,

en la entrepierna sibilante y lúbrica
en la línea exacta de su terminación
donde espalda y nacimiento dejan lugar
para envainar sables de vigor y dolor.

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sirenas

como sirenas de la noche crepuscular
medusas de tu cabello hecho cielo,
estallido de luz, rasgando tinieblas,
voz del espacio llamándote,

como aullidos de monte vacuo
lebreles de tu cintura hecha tierra,
látigo de verdor, trasfondo de grises,
oído de la noche irascible,

tu voz,
arrullando los tímpanos
emulando llamadas nocturnas,
pausados giros del dulce crepitar,
amarrando el barco de tu blanca simiente.

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