Ah, las lágrimas

Al Dr. Abraham I. Lis

Cuánto dolor camina por la ausencia
—hay tanto—
grito feroz que nada nada dice
ni expande
y en un pequeño pliegue se escabulle

—¿es grito?—

—A qué sitio extraño irán las mañanas
que una a una viven en el pan tostado
el té y el comienzo temprano del día—

El tacto en su lenguaje habla
—¿de qué país regresa?—
la voz en su registro emerge
—dí Dios, de dónde—
ninguno vio caer el rayo
—mi dulce bien, fue imprescindible un rayo—
de hierro el yelmo el peto y gasa en la visera.

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Bajo continuo

Marta Cwielong

La tarde parece andar morosa en el Torreón del Monje
luego un lago
lejos
lujo del verano
en el rosal solitario calle abajo
varilla de ámbar encendida por el mar cercano y rumoroso
y arriba
vaho y vida entre los músculos
olor salobre
áspero.

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Boca muda

Boca muda
¿boca-fauces al acecho?
no no
muda
muda
labios en doma y aplanados
brazos como las ramas de un sauce
se confunden y beben la savia de sí mismos
todo musgo las piernas.
Impresiones digitales
¿lenguaje del código genético?

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El tiempo

Fue en la mañana aquella que en un dejo amargo
dijo
dos días comunes faltan
dos días igualmente paralizados
para que el cielo sea por esta vez amable
pero por qué dos días si el mundo ronda
si los caminos viven y se hacen solos
si hay un sendero en claroscuro que va hacia adentro.

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Nureyeb

Resopla el mar
como caballo encabritado
girando
girando
salvajemente etéreo sobre las alas extendidas
quietas
de un águila en planeo.

Resopla el mar
en un tazón de metal
y bailas
delicadamente bailas
y saltas
majestuosamente saltas
mágico tártaro viajando a Irkutsk
todavía suspendido en el líquido nirvana del vientre de tu madre
(¿sabrá el Transiberiano de aquel niño nacido
sobre el rodar cansino de sus ruedas
entre los bosques
y los humosos pantanos del Baikal?)

Caminando de Ufa a Leningrado
fue tu porte
tu soberbio porte ahí
una bolsa de obstinación por equipaje
las puertas del Kirov de par en par abiertas.

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Por qué temerle

Por qué temerle
hay algo de retorno en su mirada
una cierta piedad
quizá ese cansancio de recoger desde el principio de los tiempos
hojas que se asoman sin pausa
y con prisa
se sueltan de las ramas.

Ella viste de luz para fingir que huye
mientras paciente observa vagar las nueve lunas.

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