¡Ay de mí! He perdido su carta. La había puesto entre el estrofión y la piel, al calor del seno. Pero, he corrido
y ha debido perdérseme.
Desandaré el camino para buscarla, pues si alguien la encontrase, la llevaría a mi madre, y ésta me azotaría
ante la burla de mis hermanas.
Si la hallase un hombre, me la devolvería, y tal vez intentaría hablarme en secreto. En ese caso, creo saber
la manera de arrebatársela.
Pero, si es una mujer quien la ha leído, ¡oh, Zeus guardián, protégeme! Porque lo contará a todo el mundo,
o me birlará a mi amante.
Versión de Enrique Uribe White