a Nila López
Voy caminando. Van mis plantas sobre
el pasto con cristales de violetas.
Yo sé que no soy libre, que la culpa
de algún delito infame me condena.
Está en los viejos libros esa ley
por mí quebrada de peor manera.
Procuro, mientras tanto, no saber
sino lo que a los otros fue a ocurrir:
el homicidio y el suicidio al alba,
la sangre de este mundo en su escurrir.
Jamás fui tan feliz así penando.
El hombre y su razón me hacen reír.
Apuros ¿para qué? La hierba es larga
y el paso se hace oveja bajo el sol.
Mañana es otro día y a horas altas
apaga y prende el cielo un nuevo Dios.