La noche de Eleazar Rivera

La noche ladra a los perros

que cruzan la calle

Bajo un almendro

una sirena se detiene

a cantar sus exilios

Es tarde

y nada puede impedir

que los espejos se quiebren

cada vez

que un niño sueña

Mi mano se inunda

de verbos mudos

soles marchitos

e historias en ceniza

A nadie le importan mis heridas

mis padres cayeron

y en sus huesos

descansan mis espejismos