Cuando salí al jardín entré en un sueño;
imán sin voz, vacío luminoso;
desde tu cuerpo ausente y de mi gozo
la silla me habla cuanto más me empeño
en acallar tu imagen en mis ojos.
Me cercan sus espaldas rigurosas.
ofrendándome el sitio donde posas
tus manos, tus caricias en manojos.
En las declinaciones del cordaje
busqué ansiosa el perfil de tu figura
y trenzando mi sed a tu cintura
soñé ser un navío en abordaje.
Mi sonrisa detrás de un jazminero
vio sollozando un ángel agorero.