Caminar
por las arenas de tu pensamiento,
viajar de polizón en las bodegas de la espera,
y ceder
-a esa espera de ti,
de tu deseo sobreviviente de un cataclismo de espumas.
El horizonte se aposenta en mí
recostándose
del otro lado de mi frente.
El mar se atiene a los ritos del tiempo
reiterando un llamado secreto.
No me digas que he soñado otra vez,
que ya es de día.