Está naciendo
la ternura en tus manos,
esta tarde,
mi dulce visitante.
Acudes
alegremente
al vuelo golondrino
de tus dedos
que se inician
de entrega.
Sabes.
La ternura se despierta
para siempre,
y tus manos descubren
muy pronto
que les gusta su rostro.
Créeme, es tu minuto más grave.
Quizá concluyen aquí
tus vientos infantiles.
Desde ahora
tienen tus manos
vuelo propio,
¡alto vuelo de ternura!