Nadie sabe por qué la ciudad esconde el lenguaje
oscuro de las aves y los muertos.
El cuervo permanece callado, no quiere abrir la
bisagra y dejar salir su luz por la rendija de una
bocacalle.
Más allá del sueño de los cipreses está la sombra de
una manzana verde, la puerta que nos lleva a la
felicidad.
Dicen que la soledad nos llega con la lluvia, y que
la arena de las playas sube como un viejo reloj
hacia las torres derrumbadas.
El vino le habla al fuego, tu perro te mira escribir y
presiente las nubes que lo distraen en el jardín.
El sonido de una nube es como una campanada de
agua.
Nadie sabe por qué la puerta sigue cerrada, y los
pájaros no han vuelto a suceder.
Sólo hay una ventana, y desde ahí se ve a una mujer
con su deslumbrante cabellera trotando sobre un
caballo blanco.