La otra ventana

Uno se cansa de estar solo delirando con su ventana en medio de la calle, entre la nieve que arrastra su blancor por los callejones olvidados. Uno se cansa de salir a buscar la misma mujer con el cabello largo hasta los pies.
Tal vez en eso consista el arte de la soledad: escribir repetidas veces la isla con su cielo lila, y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre nuestro cabello alborotado.

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La vela del cuervo

Nadie sabe por qué la ciudad esconde el lenguaje
oscuro de las aves y los muertos.

El cuervo permanece callado, no quiere abrir la
bisagra y dejar salir su luz por la rendija de una
bocacalle.

Más allá del sueño de los cipreses está la sombra de
una manzana verde, la puerta que nos lleva a la
felicidad.

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Los muslos sobre la grama

Escribo por la muchacha que vi correr esta mañana por el cementerio, la que trotaba ágilmente sobre los muertos. Ella corría y su cuerpo era una pluma de ave que se mecía contra la muerte. Entonces dije que en este reino el deporte no era bueno sólo para la alegría del corazón sino también para el orgasmo de la vista.

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Un gorrión en la casa de los once patios

Insisto en que deberías huir volando por el patio de los geranios sin mirar el cielo de las rosas. Luego podrías escribir algo en el patio de Homero, y buscar algún amor en el patio de la Pasión. Detente en el patio de Virgilio, y mira como la trémula luz del agua en un jarrón de barro reverbera la luna que se eleva con tus alas por este cielo.

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