¿Faltar a mi deber? Jamás, amado,
pues si te fuera infiel ¿con cuál marido
tendría yo las bodas más hermosas,
que no sean ésas que pasé contigo?
He puesto petición en boca mía,
y tú con pronto sí me has respondido
aquella noche en que cayó el sereno
y había un cielo, y un primer rocío.
Fue desde entonces nuestro amor la casa
donde jamás llegó a nacer un hijo,
ni mundo pasajero techo halló,
aunque la mala gente a vernos vino.
Si bella todavía me encontraran
es porque en buena tú me has convertido.
Queriéndonos la vida es dulce día.
Amándonos la muerte es lar divino.