Verdinegras, las aguas estancadas
Quietas están como un espejo oscuro.
Súrcalas blanco cisne sin apuro.
Suave, en silencio, las alas plegadas.
Margaritas, al verlo alborotadas
Lo saludan detrás de verde muro
Dejándose caer abandonadas
Al embrujo del blancor tan puro.
De pronto al cisne espanta cruel sonido
Dejando a sus amigas sin amado.
Huye, blanco de miedo, estremecido.
Así el hombre deja al mundo devastado
Y yo doy testimonio consabido
Del horror de éste, su mortal reinado.