Alguien descifra la escritura de la lluvia y sin embargo no puede escapar.
Un alud de imágenes nos extravía la palabra; acudimos al grito y al llanto, a veces a la indiferencia, pero sabemos que necesitamos de la guerra para ser inocentes.
Todo lo ha ofrendado la ceniza.
Desde que desterramos a la noche desaparecieron las más profundas alianzas y nuestros perseguidores pueden encontrarnos.
Una herida siempre recuerda la vida, todo nacimiento procede de su túnel. Un árbol arde en nuestros ojos de agua.
La verdad es decir lo prohibido, impone su reino de terror… y hemos decidido habitarlo con las manos entrelazadas.
Creímos que la poesía nos enseñaría a morir…
Persistimos… Con frecuencia hacemos la extraña sonrisa del miedo. Si huimos, la soledad convertirá a alguien en víctima. Por eso la palabra se pasa de mano en mano para construir una morada invisible.
A veces para sobrevivir renunciamos al conocimiento.
Y cuando todos duermen escribimos… Pero un poema es el fósil de un sueño, el cadáver de un dios…
¿Aún podremos salvarnos?