Las puertas de Brenda Gallegos

Al fondo de mí mismo hay cuatro puertas.
Desciendo por el pozo hacia los hondos
canales que me surcan.

Pecho adentro
cruzo la oscuridad a ciegas.

Voy
palpando las paredes.

Ahora el aire
es más puro.

Vislumbro el resplandor:

la puerta del jardín de los deseos,
la puerta del instante prodigioso,
la puerta de la infancia recobrada.

Huele a ausencia de pronto un viento frío.

Siento a mi espalda un hueco impenetrable:
por las hondas rendijas de tinieblas
mana un silencio atroz.

Detengo el paso.

Mientras florezcan firmes mis deseos
y me aguarde el instante y el prodigio
y la luz en los patios de la infancia,
no cruzaré el umbral, la cuarta puerta,
no pisaré esa nada imponderable.