Le pido al ángel que te traiga aquí a rastras.
Quemo esa vela virgen.
La noche flota fuera
floja como un enfermo.
Las chicharras alisan el reposo, parece
como si hubiera esperanza.
Salgo aunque no sé adonde.
Llevo la boca llena de letanías.
Algún rostro está a punto
de aparecerse en el aire. La nostalgia
trae viva la saliva y el estómago ciego.
Mis manos, perdonadas, preguntan por tu cintura.
La noche tiene ese hueco.