Todo me lo ha dado la Poesía:
el paisaje, la Luna, los vientres de las hembras más hermosas
dulcemente paridas por el húmedo vientre de la patria.
Todo me lo ha obsequiado:
la música más honda de la Música
y las huellas de oro
en el ojo de oro de la Imaginación.
Todo me lo ha ofrecido la Poesía.
Incluso las arterias del Tiempo
y el sentido del mundo (Ah.
el sentido del mundo):
Nacimiento, Vida, Muerte, Amor
y Permanencia.
Todo me ha regalado la Poesía:
la Tierra, el Agua, el Fuego, el Viento,
la Mujer.
Ya apestaba el cadáver de la Razón.
Ya perfumaba el aire
el azahar de la Poesía
que me ha brindado todo:
mis bienes terrenales
y el hambre que ha crecido
en el hombre que soy.
Todo me lo ha otorgado:
la manzana y el membrillo,
la sal y el ácido,
el bálsamo y la herida,
el ojo y el paisaje,
el olfato y el café.
Mi admiración por el Águila
y mi agradecimiento a la Lombriz
Todo me lo dio la Poesía:
el sol, las flores, el silencio y la lluvia.
Y yo no supe qué hacer con todo aquello
además de asombrarme.
Y cantar.
Y agradecer.