Los gorriones de Alberto Blanco

Bajan de nueva cuenta hasta el jardín
bajan en grupo, solos, en parejas
en busca de semillas o de pan,
de agua fresca, de frutos o de insectos
pero los amilana una mirada.

Siguiendo loa atávicos auspicios
de su naturaleza, los gorriones
alzan el vuelo y tímidos se posan
en los cables de luz — como si fueran
las notas de un rondó en el pentagrama.