Los goznes de los versos han cedido
al golpe de tu puño en carne viva.
No debe ser así; la rosa enferma,
la ronca voz de la melancolía
primero están, dijeron los poetas
de ayer que cabalgaban tras la brisa,
y condenaron luego tus palabras
a las que dieron fuego por malditas.
Y yo no sé . El hecho es que me gusta
el guiño siempre azul de la poesía
de los antiguos vates y también
la lengua vivaracha de tu rima.
¿Qué puedo yo decirte? Sé tan sólo
que recogiste el mundo en la medida
de un verso que unas veces fue un escándalo
y a ratos una vieja maravilla.
Neruda, porque fuiste de tu pueblo,
y te llevaste a cuestas infinitas,
pesadas cargas de sudor ajeno
en los barrosos muelles o en las minas,
nos queda de tu canto aquel trabajo
del hombre y su mirada sorprendida
a un metro de distancia de su cielo
buscando diariamente una alegría.