Esas palabras: «Siempre juntos…» «Siempre…»,
no las repitas, no mientas.
Oh, amado,
pronto no existiremos!
Aun si la muerte nos dejara
vagando bajo el sol,
con el pan en la mesa
y el dulce vino en las copas,
se irá el amor… Pero no lo sabremos.
Sin advertirnos, pasará…
Sobre nuestra envoltura abrasada
cae una luz indigente.
Nos miraremos. Eres el mismo, aquél
que yo abracé hasta lo más profundo…
Todas las cosas son iguales.
Ahora no te abrazo.
Se va el amor como el agua que corre…
Nosotros nos quedamos a la orilla.
No tenemos sonrisas como rocas sin olas.
Tal vez ya no existimos.
Versión de Pablo Neruda