Lunes, madrugada de Hilario Barrero

En apariencia un acto

veloz y rutinario

que a estas horas practican

otras muchas parejas.

La luz recién nacida,

escribiendo torcida en la persiana,

se enreda entre tu mano

que recorre mi cuerpo

hasta encontrar lo que te ofrezco.

Sacas más luz de mí,

un chorro plateado

que al chocar en mi pecho

se oscurece y se espesa.

Oigo, desde la cama,

cómo lavas tus manos

y siento el agua tibia

corriendo en mi costado.

Veloz el acto y fugaz el gozo,

lento llega el metal

que me clava sus dientes,

flecha de plata fresca,

en el pezón izquierdo.

Cierras la puerta de la casa

y recuerdo que es lunes.