En apariencia un acto
veloz y rutinario
que a estas horas practican
otras muchas parejas.
La luz recién nacida,
escribiendo torcida en la persiana,
se enreda entre tu mano
que recorre mi cuerpo
hasta encontrar lo que te ofrezco.
Sacas más luz de mí,
un chorro plateado
que al chocar en mi pecho
se oscurece y se espesa.
Oigo, desde la cama,
cómo lavas tus manos
y siento el agua tibia
corriendo en mi costado.
Veloz el acto y fugaz el gozo,
lento llega el metal
que me clava sus dientes,
flecha de plata fresca,
en el pezón izquierdo.
Cierras la puerta de la casa
y recuerdo que es lunes.