Barnices

Ahora ocultas con cremas

y ungüentos extranjeros

las heridas que el tiempo

ha dejado en tu cuerpo

y muestras orgulloso

las oscuras y densas cicatrices del alma.

Se ve que eres novicio

en el arte de tal ocultamiento

e ignoras que es difícil esconder la vejez,

que las arrugas se ven aunque tapadas

como también se ve la decadencia,

la sombra por tus ojos

y el delicado olor a viejo que nace de tu aliento.

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Boca de Lobo

Para José Muñoz Millanes

¿En qué infierno proclama su dolor

la sombra más oscura?

Y si lo siente, ¿qué hondura exige,

a qué pozo hay que llegar para saciar

la sed de amargo vino negro

que hiere y emborracha con certero

navajazo las vísceras del sol?

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Carbones

Ha vuelto a la maleza después de algunos años.

Se han borrado caminos, el puente se ha caído,

el agua corre espesa y parece más hondo el precipicio.

Los cuerpos que ofrecieron su belleza

han desaparecido fulminados después de aquel verano

o muertos de cansancio y de vejez más tarde.

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Carrozas

Balnea, vina, Venus corrumpunt corpora nostra,
sed vitam faciant balnea, vina, Venus.

Bellísimos, desnudos, arrogantes,

proclamando la fuerza de su sexo,

marchan Quinta Avenida hacia la vida.

Serenamente turbios, demacrados,

veneno derretido por sus miembros,

bajan Quinta Avenida hacia la muerte.

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Cementerio en New Hampshire

Los que abonan con su óxido

los rojos incendiados de octubre

también fueron felices

contemplando el otoño en este

cementerio de New England,

cercano al mar y en fuego.

Al gozar de esta luz de vidriera,

clausurada de niebla, se sublevó

el azogue de sus hermosos cuerpos

y se encendió el deseo entre sus ramas

que se abrieron de pájaros y hojas.

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Cors e cor»

Para Susana Reisz
…es un querer saber todo lo tuyo
X. Villaurrutia

Lo más que acertarán,

después de haber sabido de este amor,

será que hubo dos nombres que se amaban

mordisco y dentellada, nieve y niebla floridas,

dos cuerpos belicosos en constante batalla por ser uno,

tu pupila cazando mi cadera,

asaetando con su flecha de líquen

el torso acorazado de mi gozo;

otros envidiarán la urna de tu noche,

el rosetón de tu mirada en fuego,

tus medidas, el filo de tus uñas,

la lenta madrugada de tu fusta;

los menos tratarán, gozosamente,

de dormir nuestra siesta anárquica y salvaje,

copiar nuestras posturas, nuestros ritos y acentos,

usar nuestros juguetes, oler la primavera de tu ingle

y entrar en el recinto amurallado

después de resolver los códigos sagrados de tu sangre.

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Early Sunday Morning

Única criatura, la claridad

extiende sus raíces en la línea

horizonte de la calle vacía,

bautizando al color por su apellido:

azules infantiles, verdes lluviosos,

ocres enamorados, húmedos blancos

que son frontera con la sábana tibia,

el olor a café, la primera caricia,

y el roce de la muerte que, temprana,

teje precipitada la túnica del barro.

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Easter Sunday en Coney Island

Ni amarillo jaramago ni mármoles vencidos

con su espalda quebrada de abandono;

un tropel de invasores derriban al silencio

en su alta clausura de pájaro exiliado,

avanzando hacia el mar que se tiñe de guerra.

Una brisa de hielo les derrota en la orilla

sus pies petrificados, cegada por los dardos de sal

su mirada de barro, regresan, atrapados de bruma,

arrastrando sus sombras congeladas,

a las tiendas oscuras donde la luz ayuna

dolorida en cilicios vidriados.

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Estatua

Frente al lago una estatua de viejo

recompone el pasado; mármol sus movimientos,

la cicatriz del tiempo dueña de su mirada.

Un desfile de gritos, de colores y fuerza

pasan por su tribuna rindiéndole recuerdo.

El también fue una flecha en aquel parque

y recordó a Cavafis.

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In tempore belli

Marchita su belleza en esquinas oscuras,

su cuerpo corrompido de gusanos de noche,

asediado de heridas, temblores y tumores

ya no quiere vivir, desnudo y desterrado

se aleja de los suyos. Agobiado de grietas

es difícil mirarse en el espejo

y ver una carroña sin forma ni esplendor,

pergamino sonoro su piel en “de profundis”,

la cicatriz de la barbarie iluminada.

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Jardín

Facilius in morbos incidunt
adolescentes, gravius aegrobant,
tristius curantur.
De Senectute, Cicerón

Del esplendor de entonces nada queda.

La nieve ha silenciado el fuego del jardín,

las rosas bautizadas por la hermosa mirada

del jardinero muerte, convirtieron su esencia

al deseo pagano, apóstata la espina de su agua.

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Laberinto

Sobre la losa del estanque

la nieve echa raíces, aposenta

sus zapatos de vidrio y muerde

con sus afilados dientes

al frío terciopelo de la tarde.

Protegidos bajo el palio del sol

viaja un colegio de pájaros de invierno;

sus sombras, carbones liberados

del oscuro silencio de la tierra,

quedan petrificadas sobre el hielo

y se graban, en el marmóreo cuerpo del estanque,

las huellas dactilares de la noche.

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Piedra

Al final de la tarde,

después de un día oscuro

su piel acartonada en los tejados,

lluvia de madrugada

y un viento suave de tiza humedecido,

por un instante breve, nace una luz cansada

que bautiza de fiesta a las fachadas.

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Plaga

Todavía se aman a pesar de la plaga

y encuentran en la noche sus torsos alumbrados

sabiendo que la muerte les acecha celosa.

Tiemblan cuando desnudos se miran al cristal

y ven alguna mancha que oscurece su piel.

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Razón de vida

La soledad, el miedo y el silencio

viven en esta casa respetada,

principal y feliz en otro tiempo.

Familia virtuosa en ejercicio

de ejemplares conductas, concibieron

cinco hermosos varones que vivieron

dentro de la moral más absoluta.

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Retraso

«sombra sentimental»
L. Cernuda.

¿Dónde están esos trenes que pasaron

llevando tanta vida en sus vagones,

tanta sangre veloz

de jóvenes nocturnos

que huyendo del suburbio

bajaban perfumados

los fines de semana a la ciudad

en busca de otro amor?

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Sabotaje

Hay peligro de bombas

y oyen desde la alcoba las sirenas

que destrozan la luz en la ventana.

Temerosos salen después al parque

y sin rozarse se saben abrazados.

¿Dónde irá, se preguntan, el temblor de la luz

cuando llenos de sombra no vean la cometa,

no oigan las sirenas, no tiemblen al roce de una boca

y el parque les resulte impreciso y borroso?

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Sangre

Es la segunda piel, la anónima fachada,

enterrada y bien viva, palpitando,

una envoltura frágil

que encubre su obediente hidrografía.

Sin mar donde llegar

se desvía por montes y caminos,

se enfrente a Polifemo, ruge,

cruza sierras latiendo,

se adentra en la memoria de la vena,

se serena, se defiende si siente el aguijón,

como aceite resbala,

como gacela herida se retira.

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Seize el día

Todos vienen del ghetto,

admiran a Selena,

quieren sacarse el Lotto,

son pesadas sus sombras,

grises sus biografías,

visten de polyester con ropa made in China,

pies ligeros de Adidas

y sonríen con dientes en andamios,

granos en sus mejillas,

grasa sobre su frente.

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Signo

Prolongado en el tiempo

tu signo permanece

y, aunque esconde la llave de tu gozo,

descifra cada noche

la vieja adivinanza del silencio.

La reina del Destino,

descolgada en andamios de alabastro,

traduciendo su mito de mármol malogrado,

me expulsa enfurecida del Recinto

porque sé las respuestas

a sus envenenados acertijos.

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Subjuntivo

Y tener que explicar de nuevo el subjuntivo,

acechante la tiza de la noche del encerado en luto,

ahora que ellos entregan sus cuerpos a la hoguera

cuando lo que desean es sentir el mordisco

que tatúa con rosas coaguladas sus cuellos ofrecidos

y olvidarse del viejo profesor que les roba

su tiempo inútilmente.

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Tentaciones

El invierno pronuncia tu otro nombre

y comienza el deshielo.

Aventuras el miedo, tienes frío,

atraviesas los primeros abrazos,

reconoces la cuesta, los rostros y la curva,

traduces la inscripción,

resuelves el enigma de la piel

y, liberando la tela metálica de la serpiente

que oscurece la transparencia de tu infancia,

el paisaje recobra su dimensión real:

dueño de tu mirada te ciega los sentidos

y te ofrece el amargo sabor de la maleza,

desde su oscuridad sonora

crecen voces que suben hasta el valle iluminado.

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Visitante

Diciembre herido se congela entre

algodones sucios de una nieve extranjera,

mientras el viejo Bill se muere en Brooklyn.

Perros de soledad ladran a su mirada

de cartón mordiendo envenenados

los cristales vidriados de su vida.

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