Madres o dreams de Arturo Carrera

¿Madres o dreams?

colibrí del sentido; sentido y noción de falta

Fábrica de frutos de oro y frutas de plata: ¿el silencio?, ¿la bocona palabra?

Maduran como nísperos las risitas felices en las azucaradas y venenosas máscaras.

Las hormigas negras con su grano de cocaína y falsa:

Sea que no pudiese más leer el unido abecedario.

Sea que paternar fuera un techo caduco y maternar las aguas que suavemente lo hundieron

Sea que tuvieras que aceptar disimuladamente la unánime desdicha de ser hijo del texto.

Violento espejo del tiempo.
(¿verdad?: juguetes,
entropías en amor). Y sólo un gradual movimiento espiralado que corresponde a los efectos inexactos de una cara del saber: la más enigmática, la más maravillosa. Sea que tuvieras que aceptar nuevamente, disimuladamente, la dicha de tener Madres-Tiempo: hijas de espolonados pelos y ojos chinche; hijos que nos exponen copo papagayos en la percha de las frecuencias pálidas: en abanicos, en hilillos, en culebrillas de marfil: obesos de gelamón, bateleras sordas, enanas tanatóforas y gemelos plurivitelinos.
RECUERDA: no
.y sí.
Bálanobanal es el apagón moebiano: agón, agonía, de los here mana herr n`anos
Ah, no
corte aquípar fratría el cielo.
circular.
No es a mi falso pie (que ablando enhiesto) del ser. Higuera que amamanta aún a sus sarmientos.
Oh, leche, échele más vida.
No son las pirografías serenas de una areola banal.

Es la succión irresponsable de un sujeto varón.

Y.

Un cuadro representando a un león que rasguña un Retrato.

Sea que no tuvieras qué fingir y que la certidumbre más remota no fuera el parco nacimiento.

Sea que morir fuera parir un poco desgarrando la mascarilla quemada del sentido.

Sea que no pudieses afrontar la conjunción necesaria: es por este temblequeo de la lengua que bailan esos huesos solteros y es por esta travesía itifálica que se disuelve tu esqueleto en mi lengua.

¿Cantan?

agua plegada sobre nuestra mirada

agua entera como un fresco dosel suspendido

¿pibe? ¿nene? ¿chiquito? ¿chiquita?: los títeres perversos del guante blanco en la avalancha de la luz en nuestra cara sepultada: ciego y envarado dije: Im Park, Im Park, Im Park, Im Park

colgado,
de un huesito menhir
y sacro. Colibrí raspando los muros de una florecilla fugaz: raspada tumba. Del niño cuya huella fui: de laminillas de oro volador retrocediendo y ombligo del sol: no cubriría, brillaría, no en este sitio, no aquí.