Maitines de Alberto Ángel Montoya

Tu voz reza la gracia de la hora.
Mi orquídea en el ojal ya está marchita.
Y en tus joyas refulge la exquisita
irisación lejana de la aurora.

El amplio lecho perfumado añora
tu última ofrenda en la pasada cita.
Cómo tu vientre a la pasión me invita:
cálido huerto de enervante flora.

Místico bronce nos recuerda en vano
que hay un castigo para el goce humano.
Llega un rumor de música distante:

es el final sonoro de la orgía.
Alba de rosa… Juventud… Oh Mía.
He aquí para pecar un bello instante.