A una mujer que va de viaje al mar es inútil llenarla de palabras.
El mar le chupa los vertederos de la sinovia, le abrillanta la voz, dibuja su abdomen en la arena, le corta la respiración con sus alfanjes herrumbrados.
A una mujer que va de viaje al mar no le hablen de la tierra firme ni de los muelles del estado de gracia. No le instrumenten fados ni le esculpan mascarones de proa.
Porque a una mujer que va de viaje al mar, llámese Paura o Escafandra, se le ahogan los sueños.