I
Ayer te llamé
y mi propia sombra
respondió en el teléfono.
II
Adiós te dije dulcemente
y la calle creció creció
como la noche.
III
Tu cuerpo lucha en la pared.
I
Ayer te llamé
y mi propia sombra
respondió en el teléfono.
II
Adiós te dije dulcemente
y la calle creció creció
como la noche.
III
Tu cuerpo lucha en la pared.
La llaga de tu memoria, amor, escurre en mi boca el texto
cómo no ha de sangrar entero este rasgado
El prado te lloró el huerto te ha negado
mi sombra te borró
tu anhelo de morir me traspasa los dedos
Nostalgia tu pasión
heredero tu beso
curva dura la espina de tus velos
como un hacha la grieta que te espera
el primer corte es sueño; el segundo aún me transpira
la fatigada mano
Inhóspita la tierra que heredaras.
Como una fotografía de los años mozos
que inventara el presente de este ya
pasado
haciéndonos dudar dónde y cuándo
y en qué sitio
se manifiesta la realidad,
las habitaciones reposan repletas de palabras
suplantadoras fieles de los cuerpos,
del perfume, del tacto,
los amores, los cantos.
Bajo los verdes árboles planté mi cabellera
Y los hice girar
Cada una de sus hojas eran mis pelos
Y mis brazos ya no subían al cielo
se quedaban quietos.
Sólo otros brazos hacían brillar sus hojas.
Como la luz del día
me fui llenando de grietas
mis piernas conocieron infinitas historias
también fui cortada
Y así, cortada,
desmesuradamente abierta,
el agua me penetró y
me penetró la luz
de las escuálidas ranuras
de esas fatigadas ranuras
perseguidas
de los muertos que buscándose
me buscaban.
I
Te dieron Judas como nombre.
Fuiste tan desechado
como amado.
Te regalaron la corona de espinas
el manto
Porque la historia se hizo por y para ti
la humanidad lloró con tu desdicha.
Los árboles son desde entonces el cetro del suicida
boca abajo del cielo.
I
Solitaria
de tanto hablarme a mí misma me hice muro
muro de murmullos ininteligibles
me hice guarida me volví eco
terminé medio persona medio arista.
II
En mi cuarto
las paredes quieren ajusticiarme
pues soy su fragmento desprendido.
Abandonada de ti
te llevo en mí
como la antigua Venus
su belleza en los brazos rotos
sabiendo que al final de mí
me esperas tú
para cortármelos.
I
Caer en la locura como la blanca virgen
cegada en los altares.
Tocar la realidad:
los pies heridos grieta por grieta.
Ser desollada
en el límite exacto de la piel para evitar el desvarío
que su perfil obstinadamente diseña.