colocado ahí. más
allá de ese límite más
allá.
ya no se sufre.
lo entrego a dispersión.
al olvido del mar.
cuerpo descosido de ti.
salado hasta el goce
desierto
colocado ahí. más
allá de ese límite más
allá.
ya no se sufre.
lo entrego a dispersión.
al olvido del mar.
cuerpo descosido de ti.
salado hasta el goce
desierto
como un jardín de
cristal. en el instante
que aúlla. sin comprender.
en la mano.
en torno a una cosa dulce
y carne.
el crimen (ojos de esmalte)
respira a los pies de una
silla.
contra el ángel
pensar en ello
no puedo
sin morir
de un destello de alegría
sin morir de alegría
al instante
momento de nacer
alta
fusión
cuando el cuerpo ya vacío
de haber llorado el día
de haber llorado la dicha
(gavilla de angustia)
de rastrojo aureolado
cruzamos
la mirada azul que hace gozar
cuerpo depuesto en el campo
agudo. ojos
alerta.
cerrados a fuego. albeando
al envés. abiertos: inundados de blancura.
despertar-fractura
con ángel sangrante:
en la decepción
el cuerpo gira deslumbrado boca en busca del azul
de la horrible dulzura de lo posible
deudora aún entre humanos.
a muchos años de ti la pala
empuñada por una mano afásica
no puedo sino en la furia
duelo duelo duelo pliego de hojas
horadado por el pensamiento.
el instante
o bien su
blancor
(un copo atraviesa el cielo)
en los pechos hierba
tibia
lo que morirá
estío
en la mejilla la confesión relámpago
un. punto fijado lejos de
quien retrocede
jugué a las tabas
un. cuerpo desmembrado.
de luz.
ligado por sintaxis -dolor. limo
del sueño que deposita
esa oscuridad a medida
que retrocede
estallando inmóvil. sin memoria ni.
el gris encuentra
una historia. se esfuma
en el sueño de las piedras
con tal que se calle
abrumado de huesos blanqueados.
que sea yacente y pesado.
estás gris, casi extenuada,
tendida sobre el arenal, al lado del espectáculo del mundo
estás ciega y vista desde todas partes
resbalan lágrimas que no te pertenecen
existencia
pequeñita
descolorida
apenas leve
agitan tus hombros los sollozos
muñeca muerta entre pensamientos
recae la mano.
esparce rosas de ceniza
hasta dónde maniatada por la esperanza
una máquina de torturar el tiempo
existencia incendiada
deseando el incendio
la belleza hambrienta
incluso con su pesar
confirmación reclama
el árido viento sobre la alegoría
hay que caminar deslumbrado todavía
dejar que arda el hambre su larga
súplica
o caer en el día
con una gris sonrisa.
la imagen había cambiado ancha y desnuda
había ingerido el poso
de los días
tiembla dolor congelado tiembla
riada de los cabellos blancos
con todas sus aguas muertas.
la hermosa pradera. claros sudores.
que el fragor de la sospecha aguza
la mano en la hoja del despertar
cierra un libro deslumbrante.
latigazo silbante lila tumefacta
del terrible jardín de la infancia
dedos envarados sobre la boca
del secreto
la mano ardida de transparencia
le entrega los verbos que él conoce
contra las telas ella grita nombre del deseo
dónde estás cosido a mi cuerpo
le gustaba
el infierno. el tiempo
saqueando el fondo del beso que se llama
traicionar. aquello que deseamos idéntico
a su mueca.
máquina de repetición
ciega y sorda.
me adhiero a ti.
el infierno que aúlla en los pliegues
trae de nuevo el gozo que horada
desprende de las ajadas ropas
un ser aligerado
de dolor
mi hijo desconocido mira
este hijo que he hecho. figurado hijo mío.
desdicha tragada con ceniza.
rostro hundido para recuperarlo todo.
muy lejos en la espera rostro de estío.
oh curva extraviada por la playa en verano. agua
corta.
morir a lo largo de una mano. el odio
a ras de suelo. el frío
de la casa. tan baja como ella.
agrietado despertar.
nazco al pie de un lecho oscuro
de la costilla de un ángel
una exposición
o bien una ejecución
desnuda al amor de su crimen
no hay duda. una mano
hendida de dolor.
ya ha subido
solamente hasta tocar. callado y aceptado.
surco de tierra viva
sumergidas las ciudades de la memoria
por un exceso de sueño
con gran esfuerzo remontas las aguas
el pálido sufrimiento cuya sed así tu apagas
jamás lo hubieses podido imaginar
vivir persiste y anuncia una débil y desnuda
voluntad frente a los ojos congelados del porvenir
tras la muerte todo será suave
como un párpado tras la muerte
ojo tiembla: pestañeo de la tormenta
un país detenido
resurge con las aguas
(a Jean Tortel ¹)
¹ Poeta y crítico (1904-1993) miembro de la resistencia francesa durante la ocupación nazi,
autor del notable ensayo “Le discours des yeux”.