Ella está allí, de pie, sobre mis párpados
desplegada la noche de su pelo;
Ella tiene la forma de mis manos ;
Ella tiene el color de mi desvelo.
Y se sume en la huella de mis pasos
lo mismo que una piedra contra el cielo.
Como abiertos están siempre sus ojos
a los míos la noche llega en vano;
y si sueña en la luz, soles remotos
cruzan de su presencia el meridiano.
Bahías sosegadas, mares broncos,
mi alma es sólo su rumor lejano.