A Luis García Montero
El hombre señalaba el cementerio
y me dijo asustado:
El sigilo del miedo
de pronto es cazador y se avergüenza
sintiéndose verdugo.
Para que haya un orden
tienes que estar debajo.
Demasiado
esfuerzo.
Será nada.
Entonces se sonrió
saliendo hacia la luz desde la sombra.
Yo sé bien que detrás
hay algo que se mueve,
y conservo su imagen.
Una noche
aquí estuvo y sentí
todo el miedo del mundo.
Nunca más.
Señalaba despacio
la ancha tierra, el cielo alto,
y les puso otros nombres.
Me contó que al final es un latido,
uno solo, y que el riesgo belleza
si se cierran los ojos.
Yo después escribí
linda crisálida que nace muerta
y vuela con los sueños lamentables
y vuela, y vuela, así cambian las cosas.