Mientras vivió la dulce prenda mía,
Amor, sonoros versos me inspiraste;
obedecí la ley que me dictaste
y sus fuerzas me dio la poesía.
Mas, ¡ay!, que desde aquel aciago día
que me privó del bien que tú admiraste,
al punto sin imperio en mí te hallaste
y hallé falta de ardor a mi Talía.
Pues no borra su ley la Parca dura
-a quien el mismo Jove no resiste-
olvido el Pindo y dejo la hermosura.
Y tú también de tu ambición desiste
y junto a Filis tengan sepultura
tu flecha inútil y mi lira triste.