Poesía enfermiza sin más huella
que la escoria que dejas en el alma;
sólo entre odios tu dolor se calma
y sólo con la vida es tu querella.
Al declarar la guerra a la ternura
ni una tierna sonrisa te detiene;
sólo veneno tu metal contiene,
sólo la podredumbre en ti perdura.
Te reconozco en ese recoveco
revuelto entre cenizas y gusanos
en este muladar de tu porfía.
Tu voz ya no es tu voz, sólo es un eco,
un rescoldo de fuegos inhumanos,
un cadáver que escribe todavía.