(Pensando en Magda Hingtinberg, París, Invierno de 1917)
Le nombré el dolor de los sentidos
De cómo su aparición supera toda presencia
Le hablé de paisajes que ella ha transformado
En música
Le confesé por escrito que yo ya no soy
Aquel joven que ella admira
Si pudieran los sentimientos esquivar
El peligroso camino de las palabras…
Si hubiera sido músico…
También la música es una sombra sin contrario
El cielo es grandioso y mis ojos
No alcanzar a ver más allá de las nubes
Estoy obligado a dar la cara
A imágenes que no percibo
El mundo como la estupidez es inagotable
En lo más propio de mí mismo
Donde sólo Dios ha estado
Conservo un trozo de usted Magda
(Del libro inédito: Autobiografía Ampliada)