Muchos insectos en torno de un solo pensamiento de Antonio Gamero

Muchos insectos en torno de un solo pensamiento,
Pero el mío está ausente bajo un cielo de lluvia.
¡Y tú has venido un día, Pizarro, acicateado por una gran pasión!
Como tú, fantasma, enciendo mi alma cerca de la extraña floresta,
Donde tú amabas antes aspirar el tenaz aliento.
Pero cuántas de estas pupilas nauseabundas me envuelven asimismo,
Como en la hora de angustia, pesada y mala para tu espíritu,
Y se demoran en mirarme languidecer.
¡Morir!

Lejos de aquí los ojos
Y el noble espíritu tan cerca de las cadenas que mi corazón han ceñido.

Me llama la sangre.
La sangre de los días de éxtasis, más acompasada que la mar.
La sangre que no olvida jamás y que me invade con su color terrible.
Que este inútil viaje de los ojos termine pronto!
Así el paciente corazón anhela volver a ver su sangre
Y gozar de una codiciada sombra, más dulce y más propicia en su temblor de quejumbre.
¡Mas que regrese pronto!
Porque ella me espera, mi Esposa, con la mirada al viento, allá lejos,
blanca y secreta como la nieve de una estrella nueva.

Ah Señor, si he recorrido una patria mala, tened piedad de aquél que os ofende,
pobre infante olvidado en las espinas de su calvario.
Os grito: ¡Señor, curadme de la mar inmensa, de mi tristeza grande y del astro
banal que ilumina la tierra de mi tormento!

La noche se torna más grande y más densa,
buscando perdidamente sus sombras.
Grande es mi infortunio.
Abriré mi corazón a las bestias bravías que recorren el mundo como el fuego de las arenas.
¿En qué nuevo Espíritu buscaré alojamiento?
El opio desperdiga mis sombras, derramando sobre todo párpado su melancolía de ausencias.

Y añade el corazón desesperado:
La ausencia!
La ausencia sin límite.
Oh cómo está lejano mi hogar de gloria.
Oh labios amadores, las lágrimas no son tan profundas como para llorar tanto
vuestro alejamiento.

¡El cielo endurecido no resuena!
Flores sin tallo que tienen el peso de la sangre.
Y la noche se vuelve más dulce, más próxima y más estrujadora:
¡Abrete!
Abre tu sueño a mis alientos,
Porque soy la libertad de las brisas.
Porque traigo con los siglos la convalecencia de tus pupilas.
Está presto el camino, la forma del sueño busca su destino.
Oh labios, el tiempo os apresura,
Restituidme a mi cielo de inteligencia,
Que el solo contacto de irreductible amor lo aseguro en este reino de vida.