Mujer, quiero ya huir, quiero sentirte
tan distinta, distante, adivinada,
que el tacto sea ajeno a la llegada
y aun el sueño incapaz para fingirte.
Tan lejos que no pueda orarte, herirte
-blanco de mi plegaria y mi lanzada-;
que seamos, tú, carne en ala alzada,
y yo, babel de amor por conseguirte.
¿No ves que a este velarte y revelarte
se sublevan mis brazos maniatados
en el deleite o cruz de tu presencia?
Sombra me alcanza ya de no alcanzarte.
y tengo verso y sangre preparados
para vivir la muerte de tu ausencia.